La ch’alla es un rito ancestral que perdura por muchos años entre los orureños, y de manera general entre los bolivianos, una actividad que habitualmente se realiza el Martes de Carnaval, día en que mucha gente agradece a la Pachamama, a pesar que con el paso del tiempo algunas cosas están cambiando.
Una mesa blanca (preparado que se consigue en el mercado en el sector de las k’apachaqueras), mixtura, serpentina, cohetillos y una serie adornos, son artículos que se utilizan para inicialmente agradecer lo que se recibió y al mismo tiempo pedir tener un buen año.
Habitualmente la ch’alla se realiza a los bienes inmuebles, terrenos, automóviles y algunas cosas materiales de mucho valor. En la actualidad cada familia realiza su ch’alla de forma individual, no como otrora, que la gente andaba de casa en casa, ch’allando lo más preciado de sus vecinos.
La fiesta de la ch’alla se hace más grande en algunas empresas, particularmente las de transporte, panificadoras e incluso en los puestos de venta en los distintos mercados de la ciudad. Se dice que el derroche de alegría es la base fundamental para una buena ch’alla.
El juego con agua es otra de las actividades que sin duda causa mucha alegría en la gente, particularmente entre los jóvenes, aunque esta actividad poco a poco va quedando en el recuerdo, tomando en cuenta las campañas que se hacen para no desperdiciar el líquido elemental.
Sin embargo, la esencia de la ch’alla, se genera el viernes de Carnaval, en las oficinas, aunque la principal actividad está en las minas, donde los mineros realizan una serie de ritos religiosos andinos, ceremonias especiales en los parajes, basados en la tradición y costumbres coloniales dedicados al principal personaje que es el Tío de la Mina, pidiéndole protección durante las jornadas de trabajo y, por supuesto, encontrar siempre mejores vetas.
La jornada comienza con una especie de intercambio, entre el gerente o dueño de la mina con los trabajadores mineros, estos reciben la "Tinka" como un agasajo especial a base de confites, serpentina, mixtura y bebidas, mientras que el gerente o dueño recibe como regalo un pedazo de mineral extraído de la mejor veta del lugar.
La ch’alla en la mina es una ceremonia de origen prehispánico, de ofrenda a la Madre Tierra, donde trabajadores y empresarios rompen botellas de bebidas espirituosas en las partes salientes de las rocas, invocando mayor progreso en la explotación, también envuelven serpentina en sus instrumentos de trabajo y rocían bebidas en el interior de la mina en señal de culto a la Pachamama, en muchos casos incluso se sacrifica, en medio de toda una ritualidad, una llama o res como ofrenda.
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