La jornada de ayer durante el Último Convite la venta de asientos por parte de las personas que armaron sus graderías oscilaron entre 10 y 25 bolivianos hecho que generó molestias en más de un espectador, a pesar de ello muchos compraron los asientos para disfrutar de esta actividad folklórica.
"Es increíble, que los que arman sus graderías ganen tanto, nos están cobrando 25 bolivianos con toldo y no tienen aun el servicio de baños higiénicos, y no hay a quien reclamar, los otros lugares están a 10 bolivianos, antes uno venía temprano y se sentaba donde podía, pero esto es el colmo estamos optando por sentarnos hasta que nos boten", dijo la ciudadana Carmen López.
Por su lado, otro ciudadano que llegó de la ciudad de Cochabamba, Roger Cárdenas, dijo haber cancelado 10 bolivianos por cada asiento. "Todos los años venimos, parte de mi familia baila en la Fraternidad Artística y Cultural La Diablada, somos casi 10 personas que hemos tenido que pagar algo más de 100 bolivianos por tener un asiento, así como se vendieron los metros lineales a ellos para Último Convite y carnavales igual debiera ser la venta de asientos, lastimosamente ganan los más vivos".
Así otros ciudadanos mostraron su indignación por los costos elevados, sin embargo otros como Enrique Martínez, elogió la educación y cultura de algunas personas que a pesar de tener su gradería armada y haber invertido dinero en ello, no cobraron ni un centavo a nadie, solo pidieron que no se subieran a las últimas filas por estar aún en ajustes.
"Aunque no parezca hacemos una inversión elevada en el armado de las graderías, cada año se tiene que comprar algo más debido a que por el peso que suben siempre se sueltan algunos tornillos, por ello es que estamos vendiendo asientos hoy (ayer) aunque nunca se vende todo, cuando amanece muchos lugares ya están ocupados", detalló Carla Estrada, vendedora de asientos en la avenida 6 de Agosto.
Otro panorama se observaba en la plaza 10 de Febrero, donde las personas desde muy tempranas horas de ayer e incluso desde la noche del sábado, ocuparon los asientos, de las graderías o los espacios libres para observar el paso de los diferentes conjuntos del Carnaval.
En calles como la Bolívar, o Adolfo Mier, pasó lo mismo, familias integras con asiento en mano ocuparon espacios para disfrutar de esta actividad cultural durante el día, ya por la noche muchos jóvenes salieron a observar la entrada parados en lugares que encontraban vacios.
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