La Morenada Central, que ya tiene 90 años, es una de las más prestigiosas y de mayor trascendencia a nivel nacional e internacional. De ese origen se desprendieron dos ramas, los Cocanis y la Central Oruro. Al final, en la esencia, son una representación de Oruro que se baila en los eventos sociales, culturales, políticos y hoy, en los actos de promoción de los colegios.
En cada una de las fiestas, primero están las orquestas y las bandas juveniles que tocan Rock. Hay música para todo gusto, pero no pueden faltar las morenadas, con las bandas de música, para hacer retumbar los corazones de todos quienes forman parte de esta clase de acontecimientos.
Los actos de promoción de los colegios particulares se circunscribían únicamente a una música del gusto de los estudiantes, pero la sorpresa fue ver en cada uno de esos acontecimientos, las famosas bandas de música de Oruro, tocando la Morenada y también la Diablada, para completar la fiesta.
Hasta hace veinte años, todo era formal. Una orquesta y un sistema de amplificación, donde únicamente había música clásica, como si se tratara de un velorio y, después de la primera parte, un poco de música alegre. Hoy, no hay fiesta que no tenga banda de música, con platillos, bombos, trombones, bajos y trompetas y, cuando se trata de la Morenada, nadie puede decir que no se puede bailar.
La Morenada se ha desarrollado en Oruro, con mayor intensidad, durante la época del Carnaval, por la masiva incursión de jóvenes y señoritas que hacen gala de su espíritu alegre y una singular alegría que llama la atención de propios y extraños. Los turistas son los más inquietos para obtener las imágenes más preciosas de aquella danza, que parece cansina, pero en los hechos invita a todos, incluso los que no saben danza, a moverse en cualquier sentido.
Por eso, es necesario reconocer a aquellas familias que hace más de cien años, llegaron a Oruro, transportando coca para los mineros y que poco a poco se quedaron en esta tierra, con su cultura, para forjar una nueva identidad, a través de la Morenada.
Aquellas familias, como decía el artista Gerardo Núñez, forman parte de la “memoria colectiva, la biblioteca viviente y el albergue de los viejos archivos”, que no pueden pasar al olvido, sino que hay que recuperarlo.
Las familias Flores, Quispe, Mamani, Apaza, Quenta Felipez y Huaynoca, se asentaron en Oruro en la década de 1880 y en la calle Cochabamba, alrededor del mercado Fermín López, instalaron sus tiendas y puestos de venta de la hoja de coca, para el consumo de los mineros que bajaban agotados después de un árduo trabajo en los socavones.
La Morenada de Oruro se baila ahora en todas partes de Bolivia. Quién pudiera creer que también en Santa Cruz, cuyo pueblo tiene otra raíz y otra costumbre, ahora tenga grupos de morenadas en los barrios. Los matrimonios, a veces construido entre cambas y collas, tienen como sinónimo de unidad a la Morenada y a la Diablada.
Los orureños que viven en Pando y los que habitan Trinidad, están orgullosos de ser portadores de la música y la danza del Carnaval de Oruro.
Aquella Sociedad Obrera Comercial, integrada generalmente por cocanis, fundó primero la Comparsa de Morenos, pero después se denominó la Morenada Central Oruro, porque el grupo vivía en la zona central, a pocas cuadras de la plaza 10 de Febrero.
Casi siempre, se recuerda al primer directorio de una institución, pero casi nunca se menciona dónde se fundó, como en este caso, en la casa de Celedonio Flores y Paulina Llusco. La fiesta se organiza para rendir pleitesía a la Virgen de la Candelaria, la Virgen del Socavón, como se la conoce en todas partes.
Gerardo Núñez tiene razón al decir una verdad: “En la Bolivia contemporánea no se tiene fuentes ni antecedentes históricos claros, de cuándo y dónde surgió la primera danza de morenos, pero sí podemos afirmar con certeza inequívoca que Oruro y su Carnaval le dio la proyección y magnificencia a la danza de la Morenada en el ámbito nacional”.
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