En la inconmensurable y vasta planicie andina, descubriendo la leyenda y destapando el facsímil de su magnífica identidad se desarrolla el mayor y grandioso espectáculo del Folklore boliviano; reúne dentro de sí, una fuente incalculable de vibraciones cromáticas, cuál parpadeantes y suaves sonidos torneados con los colores del arco iris, donde los siete pecados capitales danzan "en libre albedrío", al son de la música, por los bordes de cada lienzo, hecho trazos con aliento de mágica y contagiosa danza. (este texto en recuadro)
Relato.- En majestuoso segmento sin fin secular, en un vértice del tiempo; rodeado del mundo interno; unas veces…, y externo otras, fabulosamente dibujado en un retablo, colmado en sincretismo a todo dar…, casi ideal, para crear algo más de innata belleza. Rodea al mismo tiempo, el ambiente inmerso en un yo mítico, transportado al más allá; en un vuelo fugaz de encanto que ofrece la imagen de la Virgen del Socavón (Inmaculada natura ancestral), dotada en toda su magnificente presencia de rico Folklore. Es un momento cíclico de la naturaleza trasladada metafóricamente al entorno donde mora el Lucifer, hecho fuego eterno de lo desconocido para retornar con vida reencarnado en el mismísimo diablo danzarín.
Así los ojos colmados en cuyo entorno a la meseta andina mirando hacia el horizonte, se llenan de espíritus envolventes de misticismo estimulando la visión y horadando lo más profundo de la fe en la divinidad, en creer lo que se está contemplando en bajo rumor ¡Qué maravilla! La altiplanicie destellante de exposición yuxtapuesta en doctrinas diversas extraídas y unidas para un solo fin, el de apreciar "per sé", hasta lo más obvio "Lo que es y se está viendo".
El Carnaval de Oruro es el arte de vivir nuestras realidades con riqueza cultural y folklórica, con coloridos atuendos de procesos vivenciales del renacimiento ancestral, trasladado a nuestros días. Viva transformación de mente y corazón, manejo de energía cósmica, con pensamiento y dominio de emociones; así rodeados de esta pura y alba magnificencia.
Ch’alla a las entrañas de la tierra.- Según otros relatos, la cosmovisión andina guarda sobre sí, la deidad o deidades, dioses o guardianes de algún sitio o lugar o mejor dicho, divinizando a los seres de las entrañas de la tierra, como modelos muy bien representados al tío de la mina, ángel malo o demonio diantre encarnado al mismo tiempo en una figura o persona perversa; pero que al mismo tiempo, es deificado por quienes aseguran que en sus dominios (entrañas de la tierra o socavones), siempre les protegerá; siempre y cuando participen periódicamente en "El acullico", o bocado de hojas de coca que mascan junto al tío, con lo que al masticar forman una bola que generalmente retienen en un lado de la boca formando un promontorio en el carrillo de la mandíbula. Al acullicar, mascar o apretar con los dientes la coca va acompañada de "Llucta", o lejía, esto como primer agradecimiento del primer trozo del mineral de valor o "Llipì", (Veta de mineral reluciente), que se extrae de la mina y que se guarda en honor a la bondad del tío como una reliquia; acompaña el aguardiente o bebida espirituosa alcohólica denominada por los mineros "Pisco". En el ínterin es infaltable el "K’okahui", o comida sin componentes líquidos que llevan durante su travesía en interior mina.
Visita al Tío de la Mina.- Expuesto en lo más profundo de las entrañas y sugiriendo al mismo tiempo en un hálito fugaz visitar al dueño y señor de las profundidades, de los interminables recovecos (Socavones de Angustia), donde reina el tío de la mina, mítica deidad con los ojos colmados de fabuloso antruejo, con pasión en armoniosa calma; es parte infaltable del Carnaval del sincretismo pagano y religioso, estimulando la fe del minero "K’utinta", que efectúa dos turnos o puntas para "Pijchar", con el tío sentado en una "Llicteria", a modo de silla o sillón compuesto por minerales duros y pesados. Así con la "Tink’ha", a modo de ofrenda u ofrecimiento a su protector "Convida", los confites, coca y se presta a envolver y desplegar a modo de adorno multicolor la serpentina y mixtura alrededor del cuello y contorno; enciende un cigarrillo e incrusta a la boca que está rellenada con restos de coca ceniza y colillas y se presta a compartir con él, un trago de agua ardiente, elemento infaltable para dicha ceremonia ritual.
Es un mítico símbolo expuesto ahí en la obscura penumbra identificado plenamente hasta con la religión y la Mamita del Socavón; está inmerso en todo lo que significa valorizar el punto de vista cultural, reafirmando sin desconocer; en su verdadera dimensión la fiesta de la Patrona de la que se ha preparado cuidadosa y celosamente durante varios meses esta grandiosa fiesta en su honor con esmero y devoción.
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