El público se lució con un desborde de alegría en las graderías de la ruta del Carnaval de Oruro, Obra Maestra del Patrimonio Oral e Intangible de la Humanidad, durante las entradas del Sábado de Peregrinación y el Domingo de Corso.
Gritos ensordecedores, aplausos, llanto de emoción, flashes de todo ángulo, baile y canto fueron las características principales. No importó dónde estuvo ubicado el público, ya que a lo largo de la ruta se observó ese panorama, cuando ingresaron los danzarines de los distintos conjuntos folklóricos.
Aquel hecho se vivió desde el inicio del Sábado de Peregrinación, lo interesante del caso es que propios y extraños también le rindieron su homenaje de fe y respeto a la Virgen del Socavón cuando ingresó. Se pusieron de pie y la saludaron ya sea persignándose o con pañuelos blancos.
Posteriormente, vivieron la fiesta a su modo. Se gritaron consignas o palabras simples de toda naturaleza como: "¡Bolivia!, ¡Bolivia!", "¡Oruro!, ¡Oruro!", "¡Esto es Oruro, Oruro se respeta c…!", "¡Mar para Bolivia!, entre otras.
La alegría desbordó al paso de cada conjunto folklórico y los espectadores bailaron en sus lugares de acuerdo a los géneros musicales que se interpretaban. Interactuaron con danzarines y músicos contagiados de la magia que irradiaban a su paso.
Un detalle que llamó la atención fue cuando ingresó la noche del sábado la Diablada Artística Urus, allí el griterío era unánime bajo la palabra "¡fuego, fuego!", ya que esta entidad folklórica se caracteriza por el uso de juegos pirotécnicos.
Ayer no fue la excepción, el público deliró cuando los conjuntos folklóricos pararon en la ruta, al grito de "¡cueca, cueca!" incitaban que las bandas de música ejecuten este ritmo y cuando se cumplía el deseo, explotaban en júbilo e incluso salían de sus graderías para bailar junto a los danzarines.
Por otro lado, en las calles La Plata y Adolfo Mier, cuando se registraba algún bache, se habilitaban los parlantes instalados con la difusión de varios estilos musicales, desde cumbia hasta música electrónica, los jóvenes principalmente se ponían a bailar al medio de la calle.
De esa manera el público vivió a su estilo el Carnaval de Oruro, calificado por ellos, como único.
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