"Ñaupa" término aymara-quechua que significa el más viejo, antiguo, de mayor edad en el grupo, en la comunidad, en el grupo y/o en la familia, y "machula", dícese a las montañas de gran relieve que son objeto de veneración y respeto por las comunidades circundantes a las que se les otorga calidad de protectores, con rango de que también tienen vieja data. Por tanto, "ñaupa y machula" tienen aproximación genealógica para referirse a mitos de carácter fundacional de nuestras pretéritas culturas del altiplano y valles del territorio andino boliviano.
En la Diablada Ferroviaria los socios activos más antiguos, que al permanecer por muchos lustros en entidad folklórica que devienen inclusive desde la época de la Empresa de Ferrocarriles Bolivian Railway Co., se conviertan en iconos y referentes entre sus interpares danzarines jóvenes que se enrolan cada año a la mefistofélica (diabólica) agrupación folklórica que una vez aceptados juran fidelidad ante la Virgen Morena de la Candelaria, llamada también del Socavón, para bailar en su honor mínimamente tres años de supay-diablo, china, lucifer, oso, ángel, etc., que luego de su militante participación bailará de Satanás, jerarquía reservada para aquellos socios danzarines de mayor data luego de ascender posiciones al interior de su tropa.
A los nuevos socios particularmente jóvenes gustan de sus colores emblemáticos azul y rojo, hipotéticamente colores del averno reino de Lucifer y sus huestes que representan al mundo del "ukhupacha", espacio del subsuelo mundo del Tío y de Wari antiguas deidades Uru-Aymara, ahora de los mineros del subsuelo boliviano que religiosamente rinden pleitesía en sus actividades cotidianas dentro del laboreo minero.
Otra característica atrayente son sus sones musicales que las identifican, a cada diablada convertida en verdadera joya del pentagrama folklórico, que para cada grupo se convierten en sus himnos musicales que dan brío dancístico a quienes están en el maremágnum diablesco, al igual que los muchos grupos folklóricos de Oruro, que ostentan melodías que exaltan el espíritu hasta llegar al paroxismo. Por ello el Carnaval de Oruro es único e irrepetible en el contexto nacional e internacional al extremo de ser imitado sin rubor en otras "entradas", "murgas", "paradas" o "festividades", sin nombrar sus orígenes ni autorías, encubrir el plagio tras el marbete de "andino". Solo en Oruro los danzarines cantan y bailan en los Carnavales como si fuese el último hálito de vida.
En el caso de la Diablada Ferroviaria muchos danzarines han dejado huella imperecedera luego de dedicar toda una vida a su institución cuyo legado es recordado en las páginas históricas de este prestigioso centro cultural diablesco de Oruro, personalidades, algunos de ellos ya no están junto a nosotros, como los "luciferes": Caballero, Taboada, Sejas, Álvarez, Bayá, Arce, Gamboa, Narváez, Osorio, Toledo, Camacho, Soto Luna y otros que escapan de la memoria; también "ángeles" como: Abel Arias, Raúl Lobo, "cóndores" como Hugo Soliz, y muchos "osos-Jukumaris" que siempre fue numerosa en esta entidad diablesca, así como "diablesas" dignísimas damas y señoritas compuesta en principio por trabajadores de la Empresa Ferroviaria Nacional junto a sus familiares alentaba a sus trabajadores a mantener la tradición dancística en homenaje a nuestra "khachamoza", (la más linda) mamita Candila, que incluso levantaron en el pasado inmediato su propia gruta en el andén del ferrocarril de Oruro para rendirle pleitesía, precisamente cada 2 de febrero santoral de la Virgen de la Candelaria.
Cabe recordar también a danzarines que se jubilaron tanto de la Empresa ferrocarrilera como también de la Diablada Ferroviaria luego de haber dedicado su vocación diablesca Carnaval tras Carnaval, que ofrendaron su vitalidad y juventud con fidelidad y profunda fe a la Virgen de la Candelaria o del Socavón, que precisamente es el "leit motiv" del presente trabajo para resaltar a quienes aún son danzarines activos en la Diablada Ferroviaria, por más de varias décadas y algunos inclusive llegar a medio siglo, es decir, 50 años récord de permanencia, sin embargo, actualmente, cuya longevidad no se nota en dichos danzarines, que se explica por el ingreso a la institución en época temprana de la niñez, marcando huella en su adolescencia, juventud y adultez.
En ese marco quienes aún permanecen activos en la Diablada Ferroviaria con cerca de cincuenta años de permanencia impenitente que permite mencionar a los siguientes socios danzarines: Freddy Arellano, (1) Raúl Morales, Eduardo Bilbao, Marcos Bravo, Juan Crespo y ángeles como Raúl Rodríguez, Eddy Pérez y muchos otros danzarines que escapan a la memoria. Dicha meritoria permanencia, de casi medio siglo no debe quedar en el anonimato ya que como ellos también en muchos grupos folklóricos existen "ñaupas de ñaupas", llamados también en la jerga folklórica "machulas" y "warykatos", "jachas" etc., ensamblados en diferentes agrupaciones que son el espíritu, el "ajayu" de sus respectivas agrupaciones folklóricas.
En este momento el actual Presidente de la Diablada Ferroviaria, Freddy Arellano, precisamente por sus más de 50 años de danzarín, es apodado el Machula, expresa "que bailará hasta que las fuerzas y la Virgen del Socavón le permitan".
Para todos aquellos danzarines "ñaupas y machulas" nuestro reconocimiento.
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