domingo, 22 de febrero de 2015

Testimonio de un francés enamorado del Carnaval de Oruro

Mi trabajo sobre el Carnaval todavía no termina, así que les explicaré principalmente en qué consiste el documento que les entrego, y les diré unas cuantas palabras sobre lo que me llevó a interesarme por Bolivia, y a trabajar sobre este fantástico acontecimiento que es el Carnaval de Oruro.

¿Qué llevaría a un "franchute", cuya familia ni siquiera habla español, a cursar una carrera de estudios hispánicos, entrar a doctorado y convertirse en docente de la Universidad? Es una historia que remonta a la adolescencia.

Sentí desde los 15 años una fuerte atracción hacia este idioma, y decidí que sería profesor de español. A una edad en la que la mayoría de mis compañeros soñaban con ser actores, médicos, abogados o deportistas, pueden imaginar lo aburrido o loco que les parecía yo, queriendo ser precisamente uno de esos profesores a quienes ellos martirizaban en clases. Sin embargo, yo ya sabía cuál era mi meta, y nunca perdí el rumbo.

Cursé una carrera de Estudios Ibéricos e Hispanoamericanos en la Universidad de Montpellier (Francia), donde pude adquirir sólidos conocimientos sobre la lengua, la historia y la literatura de habla hispana. Al terminar la licenciatura, sentí una fuerte necesidad de completar la teoría de los estudios con una vivencia personal de este continente, del que tanto había aprendido en la universidad. Me fui entonces de mochilero por un año sabático con destino a Perú y Bolivia.

El Perú no me defraudó y sentí que en los Andes me esperaba algo que cambiaría mi vida. Pero fue después de cruzar la frontera boliviana cuando sentí realmente la mayor emoción. La Isla del Sol fue mi primer contacto con Bolivia, y desde ese momento, mi viaje cobró mayor intensidad. La Paz me fascinó, Sucre me deslumbró, Potosí me sacudió. Y si no sentí inicialmente atracción peculiar por Oruro, seguramente fue porque no llegué a conocer su Carnaval en este primer viaje. Sólo pasé rápido por sus calles secas, para tomar el tren rumbo a Uyuni, donde descubriría el Salar, que todavía hoy, después de tantos años y viajes a varios continentes y partes del mundo, sigue siendo la mayor maravilla que contemplé en mi vida. Seguí viajando por Bolivia: Tupiza, Cochabamba, Santa Cruz… Conocí a mucha gente, que siempre me recibió de brazos abiertos. Descubrí danzas y fiestas que me fascinaron. Pude apreciar el pronunciado mestizaje, la diversidad y la riqueza cultural de Bolivia. Observé las implacables huellas de la historia nacional, plasmadas en las calles, iglesias, ritos, miradas y rostros. Me había enamorado de esta tierra. Regresé a Francia, donde me esperaba ansiosa mi familia. Me encontraron cambiado: "Te fuiste siendo joven y regresaste hombre" me dijeron. Desde este momento, empecé a prestarle más atención a la historia de Bolivia, a su literatura, a procurar entender su enredada Historia.

Entré a maestría, pero ningún docente estaba dispuesto a dirigir investigaciones sobre este país algo desconocido en Francia. Entonces me dediqué a estudiar los santuarios y la religiosidad popular en España, pues me quedaba más cerca y accesible. Aprendí mucho y adquirí bases de metodología que siguen siendo de gran utilidad, no lo lamento en absoluto.

Poco después, escuché del Carnaval de Oruro pues una prima mía había viajado a Bolivia y conocido esta fiesta que la impresionó. Me enseñó fotos, videos, y sentí que éste podría ser un tema de investigación doctoral. Egresé de la universidad, aprobé en las oposiciones nacionales de docencia y empecé a dar clases en la Universidad de Niza, Francia. Durante la preparación a dichas oposiciones, conocí a un profesor que aceptó ser mi tutor, el Profesor Karim Benmiloud, y me atreví a realizar esta tesis.

Ya llevaba 6 años sin viajar a Bolivia, y el 2012 fue el año del anhelado retorno a estas tierras altiplánicas. Llegaba con más madurez, y sobre todo con el proyecto de tesis, listo para ver el Carnaval y empezar a analizarlo, después de varias lecturas que ya me habían dado una pequeña idea de lo que era. Pequeña, pequeñísima idea en realidad, comparado con lo que me tocó descubrir.

Fue cuando conocí a Maurice Cazorla, en una presentación en el Museo de Etnografía y Folklore (Musef) de La Paz, y fue el primero en apoyarme y ver el potencial de mi trabajo, así como la difusión y promoción del Carnaval que podría conllevar. Confió en mí, y las puertas empezaron a abrirse. Di una primera y modesta charla en las jornadas del Comité de Etnografía, con cara quemada de ridículo pues había tenido la maravillosa idea de no llevar gorra ni bloqueador durante el Festival de Bandas… Asistí al Carnaval, y se confirmó que iba a ser la temática exclusiva de mi tesis, y que daría paso a muchas investigaciones más, por su carácter inagotable.

Mi segunda estancia, dos años después, permitió refirmar mis primeras observaciones y matizar los resultados, a la luz de diferentes lecturas y entrevistas.

Ya tenía redactada la primera parte del trabajo, esencialmente descriptiva, sobre el desarrollo de la fiesta y sus complejas y a veces confusas raíces. Para llevar a bien mi proyecto inicial, necesitaba encontrar alguna manera de analizar la evolución contemporánea del Carnaval, pues me quedaba claro que escribir otra vez sobre danzas y folklore no era suficiente. Fue entonces cuando pensé en el matutino LA PATRIA, y me acerqué a sus oficinas. La acogida fue muy calurosa y me dejaron pleno acceso a sus archivos. Pude así revisar más de 80 años de historia del Carnaval en la prensa, una fuente científica sólida que convenció a mi tutor de tesis en Francia, quien me dio su visto bueno.

Este trabajo de recopilación, es el resultado de largas horas en la hemeroteca de LA PATRIA, y muchas horas más en Montpellier procesando y clasificando la información recopilada.

Constituye a mi parecer una valiosa base de datos (5.000 artículos), que permite contemplar las transformaciones, conflictos, logros y anhelos de este Carnaval durante el Siglo XX. Más allá de reunir la información, la articulé según dos enfoques, uno por año y otro por temática, de forma que cualquier persona que se interese en un tema en específico lo pueda encontrar.

Si bien el trabajo fue largo y requirió mucha paciencia, no lo considero propiedad mía, sino de LA PATRIA, que me abrió sus archivos, y de los orureños, pues se trata de su historia y de su Carnaval del siglo XX. Ahora me toca terminar esta investigación con encuestas a los danzarines, que serán accesibles en la página del periódico para que los que quieran colaborar a este trabajo puedan hacerlo, contestando unas preguntas que me permitirán montar una sociología del Carnaval actual. Luego vendrá la defensa de la tesis de doctorado en Francia, eso sí, después de unos meses más de encierro y escritura.

Espero que el resultado final esté a la altura de las expectativas de quienes me apoyaron, y poder compartirlo con la ciudad de Oruro en una próxima estadía. Pero lo que espero más que todo, es que la base de datos que es objeto de esta entrega pueda servirle a cualquier investigador o persona interesada en el tema de la historia del Carnaval, porque la cultura tiene que ser de todos, y porque la historia es patrimonio así como lo es el Carnaval de Oruro, maravillosa Obra Maestra del Patrimonio Oral e Intangible de la Humanidad, que tanto me ha aportado y ha confirmado mi sensación de hace ya muchos años, cuando llegué a Bolivia por primera vez, e intuí que algo aquí iba a cambiar mi vida.



Basado en el discurso de entrega del archivo temático sobre el Carnaval de Oruro, compilado entre 1919 y 2001, cuyo autor es Baptiste Lavat

No hay comentarios:

Publicar un comentario