De la obra maestra del patrimonio
El Carnaval de Oruro, reconocido universalmente como Obra Maestra, tiene sustentos que se manifiestan en la intangibilidad del hecho folklórico y en la ocupación territorial de esta expresión, que precisamente ahora es el espacio citadino de la ciudad de Oruro, este precepto nos muestra lo expresado en la Convención para la Salvaguarda del Patrimonio Cultural, Unesco 2003, señalando "la profunda interdependencia que existe entre el patrimonio inmaterial y el patrimonio cultural y natural", conceptos muy importantes en el que participan tres hechos: el espacio natural, espacio citadino y las manifestaciones culturales, lo que nos permiten desarrollar estos valores.
Formas primigenias expresivas en los procesos rituales: Las primeras sociedades que habitaron este espacio fueron los Hururus, cuyo mayor asentamiento ceremonial estaba en la serranía de Uru – Uru, los Urus señala Josermo Murillo Vacareza, de origen marítimo obedeciendo a su ascendencia hacían culto al agua y la luna, cuyos vestigios y deidades se encuentran diseminados en estas serranías, conocidas como "wacas", su formación geomorfológica había configurado anfiteatros protegidos de cerros tutelares para la realización de sus prácticas rituales y ceremoniales, el proceso de sacralización de estos espacios según Carlos Condarco Santillán, se relacionaban con cuatro elementos, la tierra, el aire, el agua y el fuego, símbolos hacían el "Sacer Locus" o Espacio Sagrado.
Las" wacas" representadas en sus formas pétreas como "sapos, serpientes, lagartos y cóndor" son portadores de la relación del agua con la tierra, el aire y el fuego, sin embargo son indicadores del tiempo, especialmente en el anuncio de lluvias, (Condarco; 2007:48), comunidades cercanas tras largos recorridos "entraban" en los espacios sacralizados para realizar los rituales y ofrendas de fertilidad de la tierra en tiempos de lluvias y floración, generando formas de desplazamiento y ceremonias rituales envolventes contiguo a las "wacas".
Usos territoriales, vestigios representativos: La dispersión de sitios rituales en la "serranía sagrada de los Urus" presentan una red y jerarquía entre estos, unos funcionales como una vasta red de sitios secundarios y terciarios frente al centro primario que representa la mayor jerarquía territorial, en el caso presente se hace evidente que este sitio se identifique en el deslinde con el espacio urbano, la Plaza Circular del Socavón, precisamente tiene esta función, en ella encontramos una "waca" como vestigio representativo y la otra que corresponde estar en el interior mismo del Santuario del Socavón.
Recordemos el empleo en el periodo colonial del Concilio Limense de 1582 como una acción del proceso de evangelización ante el "retorno al culto de las wacas" suprime las manifestaciones devocionales ancestrales instruyendo la construcción de Iglesias y Capillas sobre estos sitios, hecho conocido como "la extirpación de las idolatrías" cumplido por las diversas órdenes religiosas que se asentaron en esta extensa planicie del altiplano.
La Orden religiosa relacionada con este sitio más cercano en el espacio citadino fueron los Agustinos, devotos de la Virgen de la Candelaria, precisamente la pequeña ermita o capilla que aparece en la pintura de 1781, fue conocida como la "Capilla de Copacabana" (F. Cajias 2004), esta estaba relacionada con el "Calvario de la Virgen" en virtud a la relación con la Iglesia de San Agustin que se encontraba en las ahora calles Washington y Bolívar.
Yuxtaposición, sincretismo en el proceso de interrelación cultural: La simbiosis en las creencias y la valoración de los símbolos y signos ancestrales para la formulación de nuevos mitos y leyendas se observan en la presencia del Tío con el Tiw, el Huari, el Supay en cuyas raíces permite la construcción de seres bondadosos, protectores y altamente vengativos ante la negaciones o las debilidades de las creencias; así el surgimiento paradigmático de un ser más benéfico y bondadoso en cuya pleitesía se desarrolla la festividad del Carnaval de Oruro.
La formación de Cofrades de mestizos en el Villa de San Felipe de Austria, asimilaron elementos y medios que van relacionados con los rituales de libación u ofrendas de comida y convites participativos entre dioses y espíritus ancestrales, jugando un papel muy importante en el contexto semántico de la cosmovisión andina, producto en el cual, la Pachamama, madre tierra, fértil y bondadosa es considerada en similitud de orden jerárquico con la Virgen del Socavón, en este sentido, Víctor Turner hace referencia a "las nuevas sociedades que surgen en nuevos espacios urbanos como otras, son cambiantes, prestados y posibilitan el surgimiento de nuevos considerándose como variantes de los antiguos ritos, cuyos cambios transcurren en forma lenta", ante esta afirmación del proceso señalado, da la evidencia a las actividades producidas del medio citadino donde convivían Mestizos, Indígenas y Españoles en las faenas productivas de las minas de San Miguel.
En el imaginario colectivo aún perviven y así seguirá, muchos hacen referencia a la Plaza de la Pachamama, a la plaza del Socavón, rinden culto a la "waca – sapo" y practican la permisividad, parte de los ceremoniales denominados "convites" precisamente en estos espacios, la interrelación de diversas culturas han configurado una de las grandes representaciones como es el Carnaval de Oruro.
Reconfiguración de los espacios devocionales en el periodo colonial: La fundación de la Villa de San Felipe de Austria, tuvo sus peculiaridades, en 1607 Felipe de Godoy, inspecciona la nueva villa y la repartición de solares en función al diseño de la cuadrícula que habían sido diseñados por los topógrafos del Virreynato, Alvaro Moya y Pedro Maleto, quienes se limitaron a continuar la dotación de predios respetando los espacios ceremoniales, hecho que se puede testificar con la investigación realizadas por Zenobio Calizaya en su libro "Vida y Milagros de la Villa de San Felipe de Austria", donde señala que muy cerca a los socavones del cerro Pie de Gallo, se observaron juegos ceremoniales denominados como el juego del "Ayllo", de esta forma la plaza circular adquiere una función ceremonial muy singular por la presencia de montículos sacralizados como "wacas".
En periodo colonial el Carnaval se realizaba en la clandestinidad manifestándose dos tipos de danzas: unas contestarias, utilizando la narrativa en contra de la dominación española como la danza de la diablada y la danza de los morenos, y otras dos danzas reinvindicativas como los tobas y los incas, representado a las comunidades asentadas en la Villa de San Felipe de Austria; en este periodo se devela la devoción a la Virgen del Socavón según el cura Emiterio Villaroel, quien da a conocer que muy cerca de las minas del Socavón vivía un personaje denominado el Nina Nina que en el momento de su muerte revela su culto a la Virgen, del cual se inicia una apropiación gremial de estas danzas por parte de los mineros que trabajaban en más de 40 minas en el sector del cerro San Miguel y Pie de Gallo en el caso principalmente de la danza de la Diablada.
El Carnaval de Oruro sus ritualidades en espacios urbanos: En este espacio configurado entre el anonimato y las luchas subversivas contra la dominación española, surge un espacio que permite visibilizarse a la festividad de Carnavales, el cual se había conformado en espacios de temporalidad cíclica tomando dos elementos que hasta el día de hoy se manifiestan, un periodo preparatorio y un periodo de realización, cada una con características muy singulares de tradiciones y costumbres arraigas en el espacio citadino llenos de ritualidades y ceremonias, precisamente el primero se iniciaba luego del año nuevo inca equivalente al mes de agosto con los ritos preparatorios denominados el "rodeo" hasta el segundo en la reafirmación de la fe y el uso de espacio rituales se manifiesta con gran intensidad denominado "entrada".
En el mes de febrero coinciden dos tradiciones costumbristas, la primera la fiesta de la floración en el periodo de lluvias y el rito peticionario de la buena cosecha, Pedro Cieza León, cronista de la época 1553, describe " la nobleza inca invocaba a la tierra su papel protectora junto al sol y la luna, los montes y las piedras", donde las "wacas" cumplen su rol de intermediación y comunicaciones con las deidades eternas; y la segunda de tres días de descanso y festividad libre de las comunidades religiosas antes del inicio de la "cuaresma católica", con una característica muy singular, pues esta no es una fecha fija y tiene un desplazamiento temporal en el mes de febrero e incluso hasta el siguiente mes, -será descrita este desplazamiento en otra publicación-, por tanto el tiempo y el espacio configuran tiempos rituales y espacios ceremoniales, únicos en este tipo de festividades, donde el "rodeo" y la "entrada" aún perviven en el imaginario colectivo de los que practican tanto como promesantes, danzarines, pasantes, cofrendantes y feligreses del Carnaval de Oruro.
El espacio receptor y transmisor de las expresiones culturales, tras las ritualidades y ceremoniales que emergen del sincretismo religioso, presentan variados planos de ocupación funcional, la Plaza Circular del Santuario del Socavón, se convierte en el gran atrio de recepción, lleno de misticismo el Sábado de Carnaval, es parte de los ceremoniales de reciprocidad y advocación a la Pachamama, parte de las recepción y renovación de energías en el Alba, es la permanencia de la fe y el don de dar y recibir expresado en el Calvario de la Virgen del Socavón, es un todo en periodos temporales, místico en su presencia, único en su esencia, original en su función cultural, contextual en el mundo urbano y patrimonial en su contenido.
Este contenido simbólico le ha dado el merecimiento de ser protegido por leyes nacionales y convenciones internaciones, no es simplemente la circularidad de la plaza es el contexto sobre el cual está circunscrita la simbologia.
Postulación y Declaratoria de la Obra Maestra: La preparación de un preciso documento sobre la sustentación del origen del Carnaval de Oruro, los procesos de interrelación cultural que esta manifiesta, el espacio geográfico donde se desarrolla, el simbolismo que ella contiene así como las vertientes culturares representativas que cada danza representa, ha permitido que prestigiosos investigadores y gestores culturales, preparen y presente el documento de postulación; las diversas gestiones permitieron que un jurado de la Unesco, luego de debatir sobre el valor del patrimonio entre la intangibilidad, la inmaterialidad, espiritualidad y la oralidad como vehículo de las manifestaciones vernaculares, permita la otorgación de ser parte de la lista mundial del patrimonio, reconocimiento como Obra Maestra del Patrimonio Oral e Intangible de la Humanidad, 18 de mayo de 2001.
Pasaron catorce años, poco casi nada se ha hecho en Gestión del Patrimonio, al contrario, en vez de ir mejorando estamos entrando vertiginosamente al predominio de la imagen que del contenido de la manifestación, es decir a un mero espectáculo cuyo espacio da margen a que otras festividades construyan el contenido de nuestras danzas apropiándose de las mismas como genuinas, es más cuando desacertadamente se intenta intervenir y distorsionar el verdadero significado del Patrimonio.
Conclusiones: La desarticulación, la falta de coordinación y compromiso con el patrimonio, debe llamarnos profundamente a la reflexión, construir Políticas de Gestión del Patrimonio debe ser el objetivo, se requieren profundas transformaciones en muchas organizaciones que hacen al Carnaval de Oruro, las brechas, los divorcios y las contiendas de intereses deben desaparecer, la construcción de una institucionalidad del patrimonio nos debe permitir a desarrollar políticas de conservación, protección, salvaguarda, promoción, difusión, investigación y permanente debate sobre la vigencia y puesta en valor del patrimonio, es el reto que deberíamos asumir.
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