Brujas con zancos, deidades de la naturaleza y la muerte más sonriente pasearon hoy (ayer) por las populosas calles de Bogotá en el desfile metropolitano de comparsas con motivo del cumpleaños 477 de la ciudad que tuvo como invitados especiales a los carnavales de Pasto, Barranquilla y Oruro (Bolivia).
La ciudad de Bogotá, como anfitriona, dispuso de la más vasta representación con comparsas de las 20 localidades que la integran en las que no faltaron las damas de la antigüedad de La Candelaria, las palomas de fuego de la Plaza de Bolívar, las calaveras del Barrio Kennedy o los orishas africanos de Engativá.
En total fueron más de 2 mil personas y 180 artistas de diferentes poblaciones y etnias que escenificaron las leyendas y las historias que se encierran en las regiones con más ritmo de Colombia y Bolivia.
Una de esas tradiciones es la que trajo el grupo Káfrika desde la ciudad de Tumaco, en el departamento de Nariño (Sudoeste), con la presencia de una diosa ancestral de pelo enredado y aspecto misterioso que representa a la naturaleza.
"La Tunda es una deidad que antiguamente se le aparecía a los niños groseros, a los hombres malos y a la gente que abusaba de la naturaleza", explicó a Efe, Kisú, miembro de la comparsa. Esta divinidad se convertía en un familiar de aquellos que osaban hacerle una afrenta, a fin de engañarlos y llevárselos a lo más profundo de los manglares que bordean el Pacífico.
También de Nariño, concretamente de su capital, San Juan de Pasto, era la carroza del Carnaval de Negros y Blancos, la fiesta más grande e importante del Sur de Colombia, que representó al volcán Galeras, conocido como "el león dormido que ha despertado", narra el escultor Holman Darío Cabrera. Las Negritas Puloy, la danza del paloteo y el garabato llevaron el sello de la caribeña ciudad de Barranquilla, que trasladó directamente a Bogotá la muestra de uno de los carnavales más importantes de Latinoamérica.
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